«La vida es una película mal montada.» (Esteban Trueba)
«El mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres, meros actores…»
(Como gustéis, William Shakespeare)
Es innegable la influencia que el cine, y los medios audiovisuales en general, pueden ejercer sobre el espectador. Cuando nos sentamos frente a una pantalla y observamos con atención a uno o varios personajes expuestos a una serie de sucesos cotidianos o extraordinarios, es muy probable que, incitados por la curiosidad, deseemos quedarnos a ver qué ocurre. Pero a medida que avanza la historia, si la película nos engancha, iremos generando identificaciones con unos personajes y rechazos hacia otros, liberando nuestras propias emociones y removiendo, en muchos casos, nuestras propias vidas, actitudes y decisiones.
¿Quién no recuerda películas que le marcaron profundamente? Es inevitable que el cine nos afecte y conmueva, ya que dispone de multitud de recursos para hacerlo, a través de la imagen, el movimiento, el sonido, la música, los tipos de planos (primeros planos, planos detalle, panorámicos), el color, los diálogos, la luz…
Siendo un medio de comunicación tan poderoso, es comprensible que los psicólogos nos hayamos interesado por el uso del cine, como herramienta, para fines terapéuticos o de crecimiento personal. Ya el propio cine, desde su nacimiento —por la misma época que nació la psicología—, se apoyó en principios psicológicos básicos, y llevó a la pantalla muchos de sus hallazgos. Desde entonces, las mutuas influencias entre estas dos disciplinas no han dejado de crecer.
Por otro lado, el cine como herramienta terapéutica no sólo afecta, como hemos comentado, al espectador, a través de la identificación con los personajes. También puede beneficiar al propio creador, permitiéndole digerir mejor acontecimientos traumáticos de su pasado. Tal es el caso de Vals con Bashir, de Ari Folman, o la recientemente premiada Verano 1993, de CarlamSimón, en nuestro país, por nombrar sólo algunos ejemplos.
Como coordinadora del grupo Psicología y Artes Audiovisuales y Escénicas del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, he tenido la oportunidad de conocer el trabajo de compañeros psicólogos que se dedican a este tema y organizar diversas actividades interdisciplinares.
Y así fue cómo descubrí la interesantísima revista digital de Jaime Burque, Filmoterapia, un trabajo concienzudo, con multitud de recomendaciones de películas, y una fuente inagotable de ideas inspiradoras para psicólogos y no psicólogos, siempre enfocadas desde una perspectiva filmoterapéutica, según su propia terminología. Desde entonces, se convirtió en uno de mis principales referentes en este área, y una página web que recomiendo en todas las conferencias, cine foros y cursos que imparto sobre esta materia.
He podido conocerle personalmente y colaborar con él en un par de ocasiones y puedo decir que, además, es un apasionado tanto del cine como de la psicología, y un compañero generoso y entusiasta.
Es para mí un placer prologar ahora su libro 100 películas filmoterapéuticas, una obra que reúne maravillosas películas de la historia del cine, tanto desde el punto de vista artístico como desde el humano, analizadas con una gran sensibilidad, para inspirar la reflexión y el autoconocimiento e invitarnos al crecimiento y desarrollo personal.
El lector tiene en sus manos una obra que recoge lo mejor de estos años de trabajo y dedicación del autor, presentándolo aquí al servicio de amantes del cine, la psicología y el aprendizaje continuo.
Ana María Fernández Rodríguez
Psicóloga clínica
Coordinadora del Grupo Psicología y Artes Audiovisuales y Escénicas
Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
Otras partes del Libro
Anexo:Claves filmoterapeuticas y fortalezas psicológicas
Categoría: Psicología a través del cine
Etiquetas: El libro de Filmoterapia
Etiquetas de cine: El libro de Filmoterapia
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