Seguimos aprendiendo recursos para desarrollar la empatía y hoy vamos a trabajar desde la terapia cognitiva todo aquello que nos bloquee, distorsione o disminuya la empatía. Para mejorar la empatía la psicóloga e investigadora Karina Schumann propone ser consciente de aquellas situaciones, actitudes negativas y emociones que nos bloquean más, anotarlas e intentar avanzar en aquellas áreas donde sientas que no logres empatizar sanamente con las personas y relacionarte con sus experiencias. Vamos, lo que harías yendo a terapia. Así que empezamos.
(Rain Man nos enseña la intensa y difícil evolución de la empatía de Tom Cruise hacia su hermanastro Dustin Hoffman. Peliculón)
A) Haz una foto a aquellas situaciones reales en dónde no eres tan empático
Lo volveremos a repetir muchas veces, ser consciente es fundamental para mejorar la empatía (y cualquier actitud vital). Este paso de ser introspectivo y sincero con uno mismo es fundamental para mejorar la empatía puesto que muchas veces vamos en automático (y no nos paramos a cuestionar nuestras actitudes ), o nos autoengañamos (creyendo que somos empáticos cuando ni de broma lo somos) o nos autojustificamos (pensando que esa persona no merece que le comprendas con lo mala que es)
Lo primero que vamos a hacer por lo tanto es tratar de ser conscientes de aquellas situaciones, ambientes o relaciones que nos atasquemos. Intentemos ser objetivos, sinceros y concretar dónde nos ocurre. Puede ser con tu padre, con los inmigrantes, en las redes sociales, cuándo te rías de tu compañero o con tu mejor amigo…Hay situaciones que somos muy empáticos, en otras que las confundimos con otras emociones y otras que somos un 0 a la izquierda.
Mírate en estas situaciones y reflexiona si eres más o menos empático. Acuérdate cómo definimos la empatía y ya que estás, párate a pensar si la confundes con la culpa, la dependencia emocional, la necesidad de aprobación o el miedo al conflicto.
Con tu pareja (respecto a sus relaciones, errores, demandas, quejas, etc)
Con tus padres
Con tus hijos
Con tus amigos
Con algún compañero en el trabajo
Con alguien que está por debajo de ti en la jerarquía (tu estudiante, tu subordinado, tu jugador a quien entrenas)
Con desconocidos que te piden ayuda
Con alguien marginal que ves en la calle
Con gente de otra cultura, raza, nacionalidad, orientación sexua, estatus, ideología…
Cuando usas el sentido del humor (y te ríes de alguien o haces chistes que sientan mal)
Cuándo alguien está triste
Con alguien que está muy nervioso
Cuándo alguien tiene algún problema psicológico (desde la depresión o la ansiedad hasta el trastorno bipolar o la esquizofrenia)
Con alguien enfermo, en silla de ruedas o con algún tipo de discapacidad
En las redes sociales
Cuándo tienes un puesto de excesiva responsabilidad
Con alguien que te ha hecho daño
Con alguien que te ha fallado
Con alguien que ha cometido un error
Cuándo estás enfadado
Cuando estás estresado
Cuándo te critican
Cuando estás en un grupo y tienes miedo de no encajar
Con alguien que te cae mal
Con alguien a quien tienes envidia
Con alguien que tienes miedo a que te quite el trabajo, salga con tu hijo o tenga éxito
(Otras que te salgan)
B) Sé consciente de qué actitudes te bloquean o disminuyen la empatía
Ahora vamos a mirar cómo interpretamos esa realidad porque la empatía también se ensucia y se embarra. Nos puede pasar a todos en algún escenario, relación o área vital…una actitud negativa puede provocar que ese canal que usamos para comprender las emociones del otro puede ensuciarse y no funcionar bien. Todos podemos tener bloqueos de empatía, ideas irracionales o áreas en las que nos es más difícil mostrar empatía.
Aquí te dejo varios pasos que puedes dar para se consciente de estas actitudes o ideas irracionales que pueden bloquear o distorsionar tu empatía:
– Lo primero y más importante de todo: Antes de seguir léete este capítulo y aprende el ABC de cómo creamos nuestras emociones.
– Ya que estás con las distorsiones cognitivas, haz mucho hincapié en una de las distorsiones cognitivas que más daño hacen a la empatía: Los debería
C) Sé consciente de aquellas emociones que te bloquen o ensucien la empatía
Tenía en consulta un paciente muy empático que cada vez que se enfadaba con alguien se cegaba de tal manera que dejaba su empatía bajo mínimos, creaba un muro tan grande de de rencor, decepción y frustración con la otra persona que cortaba totalmente su capacidad para escucha, comprender y perdonar. Una vez que fue consciente de esto logró volver a encauzar su empatía de manera muy sana y eficaz.
Siguiendo con nuestro ABC es fundamental ser conscientes de aquellas emociones que creamos según interpretamos nuestra realidad. Luego toca comprender también que tipo de emociones negativas nos ensucian más la empatía. La culpa es seguramente la emoción que más entorpece y distorsiona la empatía, también la preocupación suele lastrar bastante la empatía
Pero también hay emociones cómo el enfado y el rencor, la ansiedad, el miedo, la inseguridad, vivir un proceso de duelo o la envidia que también hacen mella en la empatía.
(El maravilloso Forrest Gump posee muchísimas fortalezas psicológicas, entre ellas una empatía sabia y dedicada)
C) Rebate tus prejuicios, tus distorsiones y tus sesgos
Ya conocemos el ABC de nuestras emociones, es decir:
A = Aquellas situaciones objetivas en dónde somos menos empático
B= Llas actitudes negativas que podamos tener
C= Las emociones que creamos al interpretar de esa manera y que seguramente nos lastran
Una vez que sabes bien este ABC toca trabajar en ello. Ya has aprendido a ser consciente de que situaciones, actitudes y emociones están ensuciando tu empatía, ahora toca aprender a limpiarlas.
Lo primero de todo, te propongo que vayas a este capítulo sobre los filtros de pensamiento antes de continuar
¿Ya lo has leído? Pues ahora cada vez que encuentres una situación que veas que estás ensuciando tu empatía, párate y filtra tus pensamientos
Por ejemplo, eres un profe y tienes un alumno que llega continuamente tarde a tus clases, siempre te enfadas con él porque asumes que no se toma las clases en serio
Veamos a continuación un resumen sobre como aplicar estos cuatro filtros a nuestro pensamiento:
1° Describe cual es la situación objetiva que te está creando esas emociones. (Ej. A= Mi alumno siempre llega tarde a clase)
2° Apunta que emociones negativas estás teniendo y califícalas de 0 a 100 (Ej. C= Enfado 90, Empatía 0 y Frustración 70)
3º Luego escribe todo aquello que estés pensando en ese momento, como una especie de fotografía de tus pensamientos. (Ej. B = “Seguro que no le interesa nada la clase, es un irresponsable y se está riendo de mí”)
4º Utiliza los 4 criterios y replantéate esos pensamientos ¿Son pensamientos objetivos? ¿Son adaptativos, te están ayudando, son efectivos? ¿Te crean emociones sanas? ¿Cómo es el aspecto más formal de tus pensamientos?…si quieres puedes volver a escribirlos de nuevo tras este filtro.
(Ej. “Puede que llegue tarde por otras razones que no he comprobado. He hablado con él, le he preguntado con calma, le he escuchado y he averiguado de que tiene un problema económico en su familia y debido a eso tiene que trabajar antes de clase y coger un autobús desde muy lejos”)
5º Una vez trabajado tus pensamientos, vuelve a calificar tus emociones. (Ej. Compasión 70 Admiración 80 Cariño 70 Respeto 80)
Fijate vaya cambio y cómo gracias a los filtros de pensamiento has sido capaz de limpiar la suciedad que impedía tu empatía con el alumno. Así que párate, reflexiona y filtra de manera consciente en que situaciones te cuesta más empatizar. Por ejemplo, si te resulta difícil empatizar con la conducta de tu hijo homosexual, intenta reflexionar porqué te cuesta tanto y si tienes alguna idea irracional o actitud negativa que te esté interfiriendo la empatía. Puede ser tú educación, traumas, tus padres, tu cultura, miedos, inseguridades, ideas preconcebidas…luego haz el ejercicio de filtrar esos pensamientos.
(Basado en un caso real, vemos en esta inspiradora historia cómo la empatía es el imprescindible motor de muchas acciones humanas del ser humano)
Otro ejemplo, en este caso una situación muy típica en dónde contaminamos la empatía con la culpa y provoca que nos inmovilizemos en relaciones personales.:
1° Describe cual es la situación objetiva que te está creando esas emociones. (Ej. Mi relación de pareja)
2° Apunta que emociones negativas estás teniendo y califícalas de 0 a 100 (Ej. Desánimo 80 Frustración 70 Culpa 90)
3º Luego escribe todo aquello que estés pensando en ese momento, como una especie de fotografía de tus pensamientos. (Ej. “Quiero dejar a mi pareja porque ya no lo quiero pero me siento muy culpable porque no quiero hacerle daño ni arruinarle la vida”
4º Utiliza los 4 criterios y replantéate si esos pensamientos son adaptativos, te están ayudando, son efectivos…si quieres puedes volver a escribirlos de nuevo tras este filtro.
(Ej. “No quiero seguir está relación y es normal que me sientan tan desanimado y frustrado por eso tengo que tomar decisiones. Entiendo que el se pueda sentir triste cuándo se lo diga, pero es lo mejor para los dos. No puedo responsabilizarme de sus emociones y sentirme culpable, comprendo que se pueda poner muy triste pero es una persona adulta y responsable, capaz de superar la ruptura y de afrontarlo de la mejor manera.”)
5º Una vez trabajado tus pensamientos, vuelve a calificar tus emociones. (Ej. Desánimo 80 Frustración 70 Culpa 0 Empatía 90)
En este caso limpiamos la empatía de la culpa y que provoca que nos responsabilizamos de las emociones de la otra persona en vez de comprenderlas y nos bloquee nos en una relación en dónde no estamos a gusto.
(En Gran Torino somos testigos de cómo la empatía de Clint Eastwood, tras deshacerse de sus prejuicios, provocará en él un cambio extraordinario)
También te puede pasar con tu amigo que nunca llama, con tu hermano negativo o con tu compañero de oficina. Párate y mira si tienes alguna herida del pasado, alguna actitud negativa que provoque estés tan frustrado y enfadado por qué estas personas no paren de quejarse que te impide escucharles y entenderles. O que la culpa o el miedo no te permita empatizar de manera sana.
En resumen, muchas veces tenemos sucia la empatía, puede ser por educación, por cultura o por malos hábitos pero vamos en automático y no tenemos ni idea de que estamos bloqueando esta maravillosa cualidad. Así que párate, sé consciente e intenta limpiar tus gafas, ya verás cómo todo se ve de otra manera.
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