REPARTO: Donald Sutherland, Mary Tyler Moore, Judd Hirsch, Timothy Hutton, M. Emmet Walsh, Elizabeth McGovern, Dinah Manoff, James B. Sikking
Conrad intenta suicidarse por la muerte de su hermano mayor e intenta superar esta tragedia teniendo que, además, lidiar con una relación muy tensa con su madre. Poco a poco, con ayuda de un psiquiatra y los cambios que trae el tiempo, irá aprendiendo a encontrarse mejor.
Gente corriente es un gran ejemplo cinematográfico del duelo patológico. Diferentes duelos se solapan dentro de una familia cuyos miembros intentan enfrentar la muerte de distintas maneras, las únicas de las que son capaces.
Tras casi un año de la muerte de su hermano mayor, Conrad continúa abatido. Le cuesta comer, no duerme bien, tiene pesadillas en las que revive lo ocurrido, está desconcentrado y absorto. Su intento de suicidio le obliga a pasar cuatro meses en el hospital.
Vemos muy bien representado un trastorno de estrés postraumático en un ambiente complicado. Aunque su padre le apoya e intenta relacionarse con él, con su madre mantiene una tensa y fría comunicación.
Vemos a Calvin, el padre, que intenta seguir con su vida, su trabajo, sus costumbres, todos ellos elementos positivos para superar un duelo. Sin embargo, ver a su hijo al borde de una muerte elegida y su falta de contacto con su madre le supone un bloqueo que termina en estallido. Beth, la madre, vive preocupada por el qué dirán y se disfraza tras una sonrisa. Su buena relación con su hijo fallecido y el gran parecido entre los hermanos le va a llevar a una inconsciente relación de culpa y sentimientos negativos hacia Conrad. La constante evitación y negación de sus emociones, otra forma de duelo patológico, le conducirá por un camino paralelo al de su familia, en pleno rebumbio emocional e intentando lidiar con una muerte repentina.
Conrad, el hermano pequeño, un chico que ha presenciado en un accidente en el mar la súbita pérdida de su hermano mayor sin poder hacer nada, mientras él sobrevivía, elementos ambos que dificultan un duelo. Se intenta suicidar para poder liberarse de esos sentimientos y, tras cuatro meses ingresado en el hospital, vuelve a su estado de abatimiento. Al igual que su madre, intentará evitar sus emociones, pero acudirá a un psiquiatra en medio de su desesperación y en su empeño de “querer controlar las situaciones para que nadie se preocupe por él”.
Descubrimos en la película que la habitación de Buck permanece intacta, como si aún viviera, con sus fotos, sus recuerdos, su ropa. Esto en términos psicológicos supone otro gran factor de riesgo que puede llevar a desarrollar un duelo patológico. Podría tener tanta importancia como un rito funerario. Es una de las dificultades que en sí mismas facilitan el proceso de duelo, la superación y el adiós.
Cuando por fin Conrad rememora en alto el accidente, se va deshaciendo el nudo, vive su culpa, su sentimiento.
Poco a poco, con la ayuda del psiquiatra, aprende a tomar pequeñas decisiones en su vida, a dejar fluir y aceptar sus emociones y su presente. Aprende a reconocer esas distorsiones que le envenenan la mente, a reconocer la culpa por estar vivo y su hermano muerto, y de esta forma aprende a perdonarse a sí mismo. Y comienza a entender que no puedes obligar a nadie a quererte de una forma. Le dice el psiquiatra: “Las cosas hay que verlas en sus dimensiones… Un problema real tiene una solución real”. Y así, aprende también a sentir esas emociones en negativo y en positivo, a ponerles nombre, a hacerles frente y a abrirse a otro tipo de miradas. Sólo así va a ser capaz de saber reconocer un nuevo sentimiento, agradable y emocionante, el amor.
Así es Gente corriente, ese título que concierne al sufrimiento de una familia adinerada y feliz, que en un accidente que podría haber sufrido cualquier persona en cualquier lugar, pierde a una persona querida para ellos. Y se convierte entonces su vida en un duelo, en un sufrimiento, el mismo y no más ni menos especial que otro cualquiera. Al final, nada nos diferencia, y nada nos deja ser iguales. Así se ven las cosas desde fuera.
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A partir de la colaboración de expertos en cine, coaches, psicólogos y psicoterapeutas,
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