Editada por HODGSON & BURQUE psicólogos

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25 actitudes negativas que nos impiden escuchar (y que contaminan la comunicación)

25 Actitudes que nos impiden escuchar

La comunicación se basa en dos elementos clave, el emisor (quien habla y se expresa) y el receptor (quien oye y escucha). Hay por lo tanto dos canales fundamentales que muchas veces se contaminan y que explican todos los problemas de comunicación en las relaciones de todo tipo (parejas, familias, trabajo…). El otro día estuvimos hablando de aquellas actitudes que ensucian el canal del emisor y que nos impiden expresar eficazmente lo que queremos decir al otro. Esta semana veremos 25 actitudes negativas (vistas en consulta) que contaminan la escucha y que no nos dejan escuchar plenamente lo que está diciendo la otra personas. Actitudes que provocan que nuestro oído esté tan lleno de piedras que distorsionamos lo que nos quieren decir (llegando incluso a estar sordos como una tapia). Os proponemos ser conscientes de estas actitudes (que todos tenemos) y tener muy presente cómo contaminan la comunicación. Es el primer paso para trabajarlas.

1. La verdad absoluta. (“No tienes ni idea, yo sé de lo que hablo”)

Esta actitud consiste en creer que uno tiene toda la razón y que la otra persona está completamente equivocada. Una visión muy inflexible que provoca dos problemas graves a la hora de escuchar, por un lado cierras los oídos a los argumentos del otro (aunque sean muy buenos). Por otro lado, sólo te vas a escuchar a ti mismo intentando comprobar lo bien que razonas. Por ejemplo, si tu pareja te está argumentando sobre un problema no le harás ni caso y te centrarás SÓLO en demostrar que tienes TÚ tienes a razón. En vez de intentar averiguar cómo se siente y lo que piensa (o expresar tus dudas o preguntas ante su postura) no escucharás y seguramente se genere una discusión importante que no aporte nada.

2. Los chivos expiatorios. (“La culpa es toda tuya, no voy a escucharte”)

Piensas que la culpa de lo ocurrido es toda del otro y cortas la comunicación. Esta actitud provoca que estés totalmente convencido de que tú no has hecho NADA y que el otro es el responsable de TODO. Y claro, con esta visión tan de culpar hace que no escuches, te cierres en banda y centres toda tu atención en llenarte de ira, rencor y reproches. Escuchar significa comprender las razones del otro y ponerse en su piel intentando ver qué ha ocurrido. Esta actitud tan negativa, culpabilizadora e intransigente es lo contrario.

3. Presuponer. (“Seguro que lo hiciste para joderme”)

Un clásico que hace mucho daño a la comunicación y a la escucha: hacer juicios de valor antes de tener todos los datos encima de la mesa. Muchas veces nos montamos unas películas importantes sobre lo que ha hecho la otra persona que nos cierran el canal de escucha al estar totalmente convencidos del guión que hemos escrito en nuestra cabeza.

4. Autoengaño. (“Siempre con lo mismo, que pesadez”)

No te das cuenta de que tienes una parte muy grande de responsabilidad en el problema con la otra persona. Por ejemplo, dices que ya no aguantas más a tu pareja porque es una pesada que siempre te está dando la lata. Pero no eres capaz de ver que cada vez que te dice que bajes la basura tú le dices que sí pero luego no lo haces (y así todos los días). Te autoengañas y no eres capaz de escuchar las razones reales de la queja del otro.

Otro ejemplo, también puede ser que te quejes que tu compañero siempre está a la gresca y a la defensiva pero no te des cuenta de que tú siempre le estás contradiciendo cada cosa que dice.

5. Estar a la defensiva.(“Y tú más!”)

Tienes tanto miedo a las críticas, que no soportas ninguna crítica o reproche y te pones a la defensiva a las primeras de cambio. En vez de escuchar y ver algún punto de verdad (y que te pueda servir para aprender o mejorar) vas y te pones a discutir, a justificarte, a atacar, a menospreciar, a tirar balones fuera…lo que sea con tal de no escuchar.

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6. Simular escuchar debido a la inseguridad (“Si, si…claro…por supuesto”)

Muchas veces, debido a nuestra inseguridad simulamos “escuchar” mientras estamos pensando en qué vamos a decir. Simulamos todo el repertorio (asentir, repetir la ultima palabra, mirar a los ojos…) pero realmente no estamos escuchando nada de nada.

7. Victimismo. (“Oh pobre de mi! No pienso escucharte, me has hecho mucho daño ”)

Te compadeces todo el rato por algo que te haya hecho el otro y crees que la otra persona te está tratando de manera muy injusta (o que es un egoista, un insensible o el “malo de la película). Eso provoca que no escuches lo que el otro te quiere decir o no focalices tu atención en lo que se pueda mejorar. Lo que haces con esta actitud es concentrar toda tu atención en quejarte. Además de regalo le das la impresión a la otra persona de que te gusta tu papel de martir (contaminando aún más la comunicación)

8. La justicia/ injusticia. (“No tienes derecho a hacer lo que me hiciste”)

Consiste en creer que merecemos un trato más justo por parte del otro provocando una gran frustración. En vez de escuchar al otro, entender lo que pueda estar ocurriendo y buscar soluciones, nos cerramos en banda e insistimos hasta la extenuación en que el no tiene derecho a portarse así con nosotros.

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9. El egoísmo frustrante. (“No hiciste lo que yo quería, eres lo peor del mundo!”)

Esta actitud conlleva querer un cosa del otro (un favor, un gesto, una petición, un comportamiento, un regalo…) y montar un número si no lo conseguimos. Lo que piense el otro, las razones que tuvo lo que pueda sentir nos importa un bledo.

10. Desconfianza. (“Seguro que me lo dices porque quieres algo de mi”)

Significa levantar un muro bien grande a nuestro alrededor por miedo a que el otro se aproveche de nosotros si escuchamos, comprendemos o profundizamos.Y claro, cuanto más grande sea el muro menos escucharemos.

11. Necesidad de ayudar. (“Déjame que te ayude….)

Tienes una necesidad casi obsesiva de ayudar al otro que te impide hacer lo que más le ayudaría: escucharlo sin más. En vez de eso caes en la trampa de darle consejitos, insistir en ayudarle (según tus baremos), decirle lo que tiene que hacer y hasta juzgarle. Y claro, el otro en vez de mostrarse agradecido por el “esfuerzo que has hecho” se siente molesto y se distancia o se enfada. Finalmente todo el mundo acaba muy frustrado en una espiral cada vez mayor.

12. Miedo a preguntar o profundizar. (“No le pregunto no vaya a molestarse”)

Muchas veces tenemos miedo a preguntar, un miedo que conlleva cargarse de una las piezas fundamentales de escuchar: PREGUNTAR. Las razones son muchas, miedo a que va a pensar, miedo a la reacción, miedo a parecer un cotilla…lo que esta actitud provoca es que solo toquemos la superficie de la relación y no nos arriesguemos a profundizar e intimar escuchando al otro.

13. Comparar y compararse. (“Tampoco es tan grave lo que le pasó, lo mío si que fue peor”)

Esto conlleva que mientras nos están hablando empecemos a compararnos…que si no es para tanto lo que te está contando, que si su problema es menor que el nuestro, que si a ti te pasó algo parecido y lo llevaste mejor… Si hacemos esto, nuestra atención hacia lo que dice la persona se diluye provocando que no escuchemos. Cada persona es totalmente diferente, por eso el camino es escuchar, comprender y empatizar. Nunca comparar.

14. Estar interesado solo en una parte de la información. (“Así que te habló de mi?”)

Una razón muy típica que explica la falta de escucha es debido a que solo nos centramos en lo que queremos escuchar del otro. Ya sea por interés, por negativismo,por confirmar “teorías” o por simple egoísmo lo que provoca esta actitud es que desconectemos de aquellas frases del discurso que no creemos importantes y no escuchemos plenamente lo que el otro nos quieres decir.

15. Etiquetar (“Eres un mentiroso”)

Es el uso de etiquetas simplistas y habitualmente negativas para definir a la otra persona y que exageran la importancia de las imperfecciones o errores.
Cuando hacemos esto es imposible escuchar al trabarnos en las etiquetas que hemos puesto. Por ejemplo, si piensas que tu pareja es un “insensible”, el día que aprenda a ser un poco más sensible no te va ni a enterar porque seguirás agarrado a la etiqueta que le pusiste.

Las personas nos dicen quienes son, pero lo ignoramos porque queremos que sean lo que nosotros queremos que sean.

16. Juzgar y dar consejitos. (“Tú lo que tienes que hacer es….”)

Muchas veces tenemos una ansia desorbitada por juzgar y aconsejar al otro cuando no está contando un problema. Ya sea porque malinterpretamos, por buena intención o por simple “sabelotodismo” caemos en la necesidad de aconsejar a la otra persona (muchas veces en términos imperativos). Esto hace que nuestra atención desaparezca justo al inicio de la intervención de la persona que habla. Ya desde un principio estaremos más interesados en lo que vamos a responder que de lo que le está hablando esa persona. Y como no, la otra persona se sentirá muy frustrada porque simplemente quiere que le escuchemos.

17. Pensar en términos de guerra. (“Cómo me diga algo se la monto”)

Hay veces que tenemos el chip de la confrontación puesto y no escuchamos nada, sólo buscamos el conflicto o la discusión. En estos casos no escucharemos nada, solo buscaremos desacuerdos o cosas que nos insuflen más enfado, interrumpiremos constantemente el discurso del otro y atacaremos como perros rabiosos. Esto pasa mucho en las parejas y explica el tono bélico constante y la falta absoluta de escucha al otro.

19. Necesidad de aprobación. (“¿Qué puedo decir para quedar bien?”)

Un excesivo interés por agradar a quien te habla provoca que solo prestes atención en cómo caer bien (o evitar la crítica). Eso hace que no escuches lo que realmente está diciendo y provoca hace que te pierdas buena parte de lo que está expresando. Esta actitud tiene consecuencias muy negativas en la escucha porque cuanto más preocupado se está por gustar al otro, menos atención se puede poner en el discurso del otro.

19. Sobregeneralizar. (“Siempre haces lo mismo”)

Esta distorsión cognitiva consiste en transformar un acontecimiento negativo de la otra persona en una regla absoluta de derrota o infortunio. Se suelen usar palabras como “nunca”, “siempre”,”todo” “nada”…Todas palabras que son como murallas comunicativas. Si hacemos esto nunca escucharemos debido a la visión tan extrema, dualista y absolutista que tenemos de la otra persona. Veneno puro para la comunicación.

20. La “telepatía” o adivinación del pensamiento (“Seguro que lo hizo por otra razón, que lo conozco desde hace tiempo”)

Una idea irracional muy presente en las relaciones que conlleva asumir sin ninguna base lo que está pensando el otro. Aunque hayas vivido 100 años con alguien no puedes adivinarle el pensamiento. La comunicación en el ser humano se inventó para evitar esto. La “telepatía” es una distorsión cognitiva como una casa, escuchar sí que es un verdadero poder mágico,

21. El sesgo de confirmación. (“Lo que dices es una tontería”)

Solo escucharemos aquello que confirme nuestras ideas mientras que nos mostraremos muy escépticos con las que nos son contrarias, desvalorizándolas y considerándolas parciales o interesadas. Obviamente con sesgos cognitivos como este no se escucha nada de nada.


Aquí va un ejemplo político, Manolito vota al partido político A  y sólo busca, comparte y lee historias en Facebook  sobre sus propuestas, ideas y opiniones. Cuando lee algo de otro partido se enfurece y enseguida busca una razón para devaluarla. Utiliza toda su capacidad intelectual para devaluar esas ideas en vez de intentar analizar con objetividad esa información. Como resultado, Manolito continúa confirmando y apoyando sus creencias actuales (incluso con más fuerza).

Mientras tanto, Pepito vota al partido B y hace lo mismo.

Consecuencia final, Pepito y Manolito nunca llegarán a ningún entendimiento e incluso acabarán discutiendo y extremizando sus posiciones debido a este sesgo que les impide llegar a un punto en común o ver con objetividad las cosas.

Sesgo de confirmacion

22. Rencor (“No te perdono lo que me hiciste el año pasado”)

El rencor consiste en avivar una y otra vez el recuerdo de algo negativo que hizo el otro. Es una emoción muy tóxica que entre otras cosas nos impide escuchar al otro debido que solo nos centraremos en el error o falta que cometió en vez de intentar escuchar sus razones.

23. Culpa (“Por mi culpa estamos así”)

La culpa es una emoción inútil que aparece cuando interpretamos que no estamos a la altura de lo que esperamos de nosotros mismos. Solo sirve para sacar un látigo y fustigarnos en una espiral destructiva con muchas consecuencias negativas, entre ellas el no escuchar lo que el otro nos tiene que decir, por ejemplo que nos perdona. Incluso nos puede cegar de tal manera que no escucharemos las verdaderas necesidades del otro y solo nos moveremos por los distorsionantes caminos de la culpa.

24. Los “Sí a todo”.

En ocasiones, por miedo a que la otra persona se enfade si no le escuchamos ponemos el piloto automático y le decimos a todo que sí (aunque no hayamos escuchado nada de nada).Simulamos que escuchamos (asentimos, repetimos la última palabra, miramos a los ojos…) pero realmente no estamos escuchando nada de nada.

25. Los debería (“Deberías haber hecho lo que te dije”)

Para acabar queremos hablar de los “debería”, una idea irracional presente en todos los puntos anteriores que consiste en la transformación de elecciones, deseos o preferencias personales en absolutos universales. “Tienes que apoyarme” “Deberías escucharme” “No deberías haberme fallado”…Este pensamiento merece un capítulo especial por el daño que hace a las relaciones y por lo presente que está en todas las actitudes que tanto bloquean la escucha. Y eso es lo que hemos hecho (ver aquí)

Categoría: Otros

Etiquetas: Comunicacion, Crisis de pareja, Pareja, Relaciones, Saber escuchar, Terapia de pareja

Etiquetas de cine: Especiales

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