Akira Kurosawa, maestro del cine universal y representante del humanismo y de la reflexión existencial, merece un apartado especial en el cine como terapia. Por eso, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, proponemos dos de sus películas más filmoterapeuticas. Dos historias vitales que nos hablan sobre las fortalezas psicológicas como eje de nuestras vidas y que analiza la extraordinaria capacidad del ser humano para realizarse a pesar de la dureza del mundo que le rodea. Esta semana empezamos con Vivir (Ikiru), un genial reflexión sobre la vida y el ahora a través de la muerte y el futuro.
(Ver este extracto de Días de cine celebrando el 60 aniversario de ‘Vivir’ (‘Ikiru’), de Akira Kurosawa)
El Sr. Kanji Watanabe es un viejo funcionario público (jefe de la sección de los ciudadanos) en el Japón de posguerra. Un narrador omnisciente nos describe el negro futuro de nuestro personaje ya desde el comienzo de la historia, Watanabe tiene cáncer de estomago y pronto morirá. Esta voz en off describe a nuestro personaje con dureza, definiéndolo como una persona que en realidad ya lleva muerto desde hace muchos años, alguien que vive una vida superflua, vacía, sin rumbo.
Viudo desde hace unos 20 años, Watanabe ha vivido durante este tiempo tan solo para su trabajo y para criar a su hijo. Un trabajo hueco y un hijo que irónicamente, como resultado de su falta de comprensión ante la situación de Watanabe, se ha distanciado de él.Nuestro personaje ha rehuido desde hace tiempo a la vida, sin sentimientos, sin voluntad. Watanabe se desplaza con desidia a lo largo del tiempo formal, del tiempo de la rutina (vemos como saca su reloj de bolsillo para ver la hora continuamente al comienzo de la película ). Watanabe será consciente muy pronto de que tiene un cáncer de estomago y que tan solo le quedan 6 meses de vida, punto de partida de su camino de transformación personal. En Ikiru (el verbo intransitivo»vivir»en japonés) Kurosawa nos presenta una aparente paradoja: una mayor conciencia de nuestra mortalidad nos puede puede llevar a vivir una vida mas plena y mas auténtica .Ikiru reflexiona sobre las crisis y dificultades en nuestras vidas y nuestro extraordinario poder de cambio y transformación vital.
Watanabe comienza a partir de este momento un viaje personal de búsqueda y aceptación, un viaje de transformación psicológica hasta su muerte. Irvin Yalom( Profesor de Psiquiatría de Stanford) nos describe en su libro “La psicoterapia existencial” las cuatro cuestiones existenciales a las cuales nos enfrentamos durante nuestra transformación vital: la muerte, el sin sentido, el aislamiento y la libertad. Como si de etapas de su viaje se tratasen Watanabe se enfrentará a estas cuestiones a lo largo de la película, a lo largo de su transformación.
Watanabe comienza su propio Viaje del Héroe (término descrito por por Joseph Campbell y descrito en nuestro post sobre El Mago de Oz). Un viaje que comienza con una llamada al cambio (su conciencia de muerte inminente) y que le llevará a enfrentarse a numerosos etapas transformadores con la ayuda de dos “vulgares” mentores: un escritor anónimo de novelas baratas y Toyo, una joven que acaba de dejar su sección de oficinas para trabajar en una fábrica de juguetes.
En un primer momento el mediocre escritor le mostrará una vida hedonista, llena de placeres superfluos, Watanabe aprenderá a reenfocar su posición ante su nueva situación, a reflexionar sobre la importancia de disfrutar la vida que tenemos al máximo como si de una obligación moral se tratase. Mas tarde la joven Toyo, le enseñará una vida vital, feliz y humana que inspirará en gran medida a Watanabe para dar a luz su propia vitalidad a través de altruismo desinteresado antes de morir.
Estos dos personajes le ayudarán a reflexionar sobre el sentido de la vida y a descubrir sus fortalezas psicológicas (valor, sentido del humor, humildad, perseverancia, gratitud, admiración, compasión) un descubrimiento que transformará su profunda desesperación acerca de su destino (»morir») en un nuevo sentimiento, sentirse vivo (»ikiru»). A través de estas breves relaciones, Watanabe alivia su sufrimiento, se siente menos solo y comienza a soportar lo insoportable y estas experiencias le ayudarán en su vital renovación, rompiendo actitudes erróneas que llevaba consigo desde hacia demasiados años. Junto a estas dos personas dará sus primeros pasos de vida, intentos toscos y rudimentarios pero que le ayudarán a crecer y vivir de diferentes maneras. Pronto estará listo para revivir plenamente
Tras darse cuenta de que su deseo de estar con Toyo solo surge de la necesidad compulsiva de emular su vitalidad, Watanabe revela a Toyo en su último encuentro que tiene cáncer y que pronto morirá. Watanabe toca fondo (“Ya es demasiado tarde”) y en ese justo instante Watanabe finalmente ve la luz. Según Joseph Campbell ‘Un aspecto imprescindible del proceso de cambio en el viaje del héroe es que en el fondo del abismo, llega la voz de la salvación. Es durante los momentos mas negros cuando el verdadero mensaje de transformación está a punto de revelarse. En el momento más oscuro llega la luz”. Lo mismo le ocurre a nuestro héroe, Watananbe experimenta lo que en el budismo Zen se llama el Satori, un momento de iluminación repentina y Kurosawa se encargará de subrayar el nacimiento de la nueva conciencia y del nuevo Watanabe incluyendo durante esta escena la canción de feliz cumpleaños de manera magistral.
A pesar de su negro futuro, Watanabe se da cuenta de que todavía tiene la libertad de elegir su presente, de elegir un destino que dará sentido a su vida y que conllevará una profunda conexión con los demás. Watanabe vuelve a su trabajo en busca de esta meta y comienza a luchar por el proyecto de una asociación de mujeres para drenar una zona pantanosa y construir un parque infantil. Nuestro personaje comienza a vivir, tiene un objetivo y esta lleno de energía y voluntad para dirigir este proyecto, una voluntad capaz de enfrentarse y derribar los inmóviles mecanismos de la burocracia o las amenazas de la mafia.
Así, durante el transcurso de la película, Watanabe se convierte en un símbolo para las mujeres de la Asociación(a las que ayudará contra viento y marea a construir su parque), o tras su muerte, para sus compañeros de burócratas. Watanabe es ahora capaz de regalar todos los días algo al mundo que le rodea. Este regalo no sólo será la realización final del parque, sino también a través de la inspiración a sus colegas (y al público del cine), ya que será conmovedoramente recordado en su paso durante el último tercio de la película. Una inspiración que tristemente, muchos de los personajes solo rozarán con sus dedos porque siguen atrapados en sus actitudes negativas y en la rutina de sus vidas.
Al defender la propuesta de construir un parque infantil en un barrio pobre, y dedicando sus últimos días a su cumplimiento, Watanabe es por fin libre en su vida, ha tenido que morir para vivir, para habitar su presente, Como dice Eckhart Tolle en el Poder del Ahora “No te responsabilizas definitivamente de la vida hasta que te responsabilizas de este momento, del Ahora. Esto se debe a que en el Ahora es el único lugar donde se halla la vida”. Watanabe volverá a cantar la canción japonesa “La vida es corta” que durante su sufrimiento había cantado en un burdel con gran desolación ante su muerte inminente. Ahora canta desde la vida y el presente, la canción está llena de paz y serenidad:
«La vida es corta»
(La vida es corta, enamórate, chica, antes de que el rojo de los labios no desaparezca, antes de que la sangre caliente se enfríe. No tendrás nunca asegurada la vida de mañana)
(La vida es corta, enamórate, chica, antes de que el color negro del pelo pierda su fuerza, antes de que la llama del corazón se apague. No volverá nunca a repetirse el día de hoy.)
Obra maestra del cine, Vivir es una película que nos conmueve y que nos eleva ante la vida (un estudio experimental en los años 80 demostró que las personas que habían visto esta película tenían una reducción significativa del miedo a la muerte en comparación con el grupo control, personas que no habían visto la película en un lapso de tiempo de seis meses).
Kurosawa responde en esta película a la pregunta existencial que plantea en Rashomon (1950): “¿cómo se debe vivir en un mundo sin sentido, donde la muerte es cierta, las personas son egoístas, y Dios no existe?” Y se responde a si mismo a través de las palabras del escritor anónimo que tanto le enseñará a Watanabe durante su viaje personal: “La desgracia enseña al hombre la verdad, abre los ojos a la vida. Watanabe, es usted un hombre maravilloso, me impresiona su espíritu de rebeldía, ha sido hasta ahora un esclavo de la vida y ahora esta intentando convertirse en su amo, porque gozar la vida es el deber del hombre, malgastar la vida es una profanación de Dios. El hombre debe ser codicioso y vivir, porque la codicia es virtud, especialmente de aquello que sirve para gozar de la vida”
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(puede contener spoiler) ¿Recuerdas qué estabas haciendo y dónde te encontrabas, o incluso el olor del ambiente, el día que te dieron una noticia emotiva importante? Como decía Cicerón, la memoria es el […]
saludos……….. andaba en su busqueda…..esta film lo usan en psiquiatria para ver un poco la realidad de la vida….la vi cuando la pasaban en la universidad ….ahora quiero verla por que creo que es mas significativa ahora que la primera vez que vi pedazos de ella…………….
Me gustaría inscribirme y recibir noticias de filmo terapia.
Gracias
buenísima reseña, no he visto la película, pero me ha servido para promover una sesión con mis compañeros «burócratas» de la oficina y movernos a vivir.
gracias
Me gusta mucho sus análisis sobre el arte del cine. Me interesa mantenerme en contacto. Gracias a Uds.
Rafael Iglesias
Obra maestra del cine por donde se le quiera entender.
Fresas salvajes de Ingmar Bergman es de 1957 y esta de 1952. Pero ambas son cercanas en su reflexión acerca del sentido final de nuestras pequeñas vidas. Dos poetas artistas a quienes la guerra terminada pocos años antes influenció mucho más de lo que se ha comentado. Ambos filmes tienen una cercanía notoria.
Me encantó leer esto luego de ver la película. Gracias.
A partir de la colaboración de expertos en cine, coaches, psicólogos y psicoterapeutas,
hemos desarrollado una herramienta basada en el cine (y series) aplicable al coaching y a la terapia.
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Me gustaría inscribirme y recibir noticias de filmo terapia.
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Rafael Iglesias
Obra maestra del cine por donde se le quiera entender.
Fresas salvajes de Ingmar Bergman es de 1957 y esta de 1952. Pero ambas son cercanas en su reflexión acerca del sentido final de nuestras pequeñas vidas. Dos poetas artistas a quienes la guerra terminada pocos años antes influenció mucho más de lo que se ha comentado. Ambos filmes tienen una cercanía notoria.
Me encantó leer esto luego de ver la película. Gracias.