«Déjame todas las arrugas, no me quites ni una, he tardado toda una vida en conseguirlas»
(Anna Magnani a su maquillador antes de cada rodaje)
Imagen, belleza, cuerpo, perfección, delgadez, juventud…Estas son algunas de las palabras que más definen (y dirigen) nuestra sociedad hoy en día, mensajes que nos llegan de todas partes en un bombardeo masivo a través de anuncios, televisión o cine. De alguna manera nos da la sensación muchas veces de que vivimos en una especie de dictadura de la imagen en donde la presión es asfixiante y nuestro cuerpo nunca llega al nivel necesario de exigencia, nuestra autoestima se ve atacada y corremos el riesgo de precipitarnos hacia un abanico de enfermedades y trastornos psicológicos.
(Baywatch, la serie de televisión más seguida en el mundo de todos los tiempos, con una media de 1.100 millones de espectadores. Cuerpos esculturales y perfectos que distorsionan nuestros cánones de belleza)
Según el psiquiatra Rojas Marcos, el culto al cuerpo es la máxima expresión del materialismo, el “aspirar a tener” antes que “ser”: una eterna juventud, unos cánones corporales inverosímiles, unas bellezas utópicas. A lo largo del siglo XX el capitalismo ha ido descubriendo como utilizar elementos definitorios del ser humano como el miedo a la muerte, la autoestima, la presión grupal o los cánones de belleza para elaborar sus anuncios de manera cada vez más perfeccionada y atacar en donde más duele, buscando tocar necesidades muy humanas para que el consumidor se sienta obligado a comprar en un bucle infinito.
El problema de todo este entramado es que provoca una distorsión de la realidad que tiene consecuencias muy peligrosas, hace años la revista Psichology Today realizó una encuesta en USA a 30.000 personas en donde se concluyó que un 93 % de las mujeres y un 82 % de los hombres interrogados estaban preocupados por su apariencia y trabajaban constantemente para mejorarla. Las consecuencias de esta tiranía de la imagen están siendo terribles, en los últimos años han ido apareciendo una serie de trastornos psicológicos desconocidos hasta entonces y que se han extendido como una plaga en nuestra sociedad, veamos algunos de ellos:
– Anorexia, bulimia y otros trastornos alimenticios.
– Trastornos dismórficos corporales
– Vigorexia
– Gastos compulsivos en ropa, cuidados, dietas, etc…
– Obsesión por las operaciones estéticas
– Trastornos indirectos como perdida de autoestima, aumento de la ansiedad, depresión, etc…
(En el documental “Super Slim Me”, una mujer de 30 años completamente normal se enfrentará al objetivo de pasar de su talla 42 a la necesaria para ser modelo, una 34, debiendo consumir un máximo de 500 calorías al día. Un excelente documental sobre las consecuencias físicas y mentales de intentar estos cánones imposibles)
Sin duda, Hollywood es uno de los mayores exportadores de esta tiranía, el cine americano ha inundado el planeta entero convirtiéndose en referente casi absoluto en valores, filosofías de vida o estética. Sus actores casi perfectos han servido de modelos a toda la humanidad prácticamente desde que nacemos, creando admiración por sus cuerpos y sobre todo expectativas irreales sobre nuestra imagen. Es tanta la irrealidad de esa imagen que incluso muchos de estos actores y actrices han acabado devorados por ella, sufriendo problemas alimenticios o destrozándose la cara con infinitas operaciones estéticas.
(Meg Ryan fue durante los 80 y parte de los 90 un icono de belleza a nivel mundial, sus continuas operaciones estéticas la han convertido en una sombra distorsionada de lo que fue)
Las mayores victimas de esta locura suelen ser las actrices maduras que una vez perdida esa juventud que tanto exprime Hollywood acaban sufriendo con dureza cualquiera de los trastornos que hemos visto aquí. Hay que tener una personalidad muy equilibrada y grandes fortalezas para aguantar este tirón, por eso actrices como Kate Winslet, Emma Thompson o Cate Blanchett demuestran muchos de todo esto al denunciar constantemente esa presión y negarse a caer en garras de esta dictadura férrea de la imagen.
(Kate Blanchett en la portada del suplemento Intelligente Life, sin ningún retoque de cirugía o photoshop y este genial comentario que nos deja sobre su foto: “Parece lo que es, una mujer de 42 años que pasa las mañanas encerrada en una oficina, las tardes subida a un escenario y el resto del tiempo cuidando de sus tres hijos”)
La buena noticia es que podemos liberarnos de la esclavitud de los cánones de belleza. Nuestro reto es estar moderadamente preocupados por el cuerpo sin que se convierta en una obsesión, por lo tanto lo ideal no es el canon impuesto por la sociedad consumista en que vivimos, sino estar a gusto con uno mismo y aceptarse como se es. La realidad demuestra que la belleza es muy relativa y que la atracción que ejerce una persona depende de su actitud y también de las sensaciones que provoca en los otros
Romper estas ataduras no es fácil pero con autoestima, pensamiento crítico y perspectiva podemos conseguir, acabamos con un comentario de Kate Winslel en 2004 que refleja que la ruptura de las cadenas de la belleza si que es posible: «La mayoría de las mujeres pasan tarde o temprano por una fase de desconcierto o inseguridad respecto a su figura. A todas nos gusta estar guapas. Yo lo pasé mal con mi peso. De adolescente no podía controlarlo. Engordaba y adelgazaba constantemente, aunque no comiera en exceso. La prensa se cebó en mí. Se pasaron de mezquinos. Lo bueno es que ya no me hacen daño. Me tiene sin cuidado lo que puedan decir de mi silueta»
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A partir de la colaboración de expertos en cine, coaches, psicólogos y psicoterapeutas,
hemos desarrollado una herramienta basada en el cine (y series) aplicable al coaching y a la terapia.
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