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Cuando el WhatsApp perjudica seriamente la salud afectiva

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El WhatsApp (y otras aplicaciones estilo Line o Telegram) se está convirtiendo en una de las mayores fuentes de estrés, enfados, angustias y conflictos para las parejas. Lo estamos comprobando día tras día en la consulta, últimamente no hay terapia de pareja que no tenga algún problema debido al WhatsApp. La explicación no es ningún misterio, todo aquel que usa esta aplicación conoce a la perfección sus puntos débiles:  obsesiones infinitas mirando casi cada segundo si el otro está o no en línea, discusiones inacabables que no llevan a ningún lado, interpretaciones negativas de los silencios, de los tiempos, de las respuestas, de los emoticonos…

El WhatsApp puede ser un síntoma de que una relación no vaya bien (obviamente si la relación va mal, también irá mal este canal de comunicación), pero que en esta época de conectividad 24 horas y de falta de tiempo el WhatsApp se está convirtiendo en uno de los canales más importantes de comunicación para muchas parejas, y por lo tanto su influencia en el devenir de la relación es cada vez más crucial, ya sea en positivo o en negativo. Veamos a continuación las razones de porqué el WhatsApp es Kryptonita para muchas relaciones y sus posibles soluciones. Porque bien usado, esta aplicación deja de ser el diablo y se puede convertir en un maravilloso complemento de la relación.

Es un canal muy (pero que muy) malo de comunicación. El problema del WhatsApp es que se convierte en un canal de comunicación distorsionado y completamente sesgado. Cuando hablamos por WhatsApp perdemos un 90% de la comunicación, todo lo que se llama en psicología la comunicación no verbal queda descartado, es decir, los gestos, miradas, tonos, volúmenes…y eso es mucho perder. Obviamente así no hay quien discuta de manera productiva, da igual los emoticonos que pongamos (que para están, para compensar tanta carencia) o los rollos bíblicos que enviemos, que no hay manera.
SOLUCIÓN: Si existe un problema con tu pareja pues lo tienes muy fácil, espérate a verla cara a cara y discute lo que tengas que discutir. Y si no te puedes aguantar hasta puedes llamarle o hablar por Skype. Todo siempre es mejor que caer en la guerra distorsionada del WhatsApp en donde seguro que no llegas a buen puerto. No hace falta quitarse el WhatsApp del móvil ni mucho menos, una buena alternativa es utilizar el móvil de la manera más positiva posible, es decir como generadora de emociones positivas, ya sea a través de muestras de cariño, como desahogo emocional, a través del sentido del humor, de la alegría, la esperanza, el ánimo…

(Genial cortometraje sobre el WhatsApp como canal de comunicación. Imprescindible para entender todo lo anterior)

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Los mensajes quedan grabados a fuego. Cuando discutimos cara a cara podemos llegar a decirnos burradas muy grandes y atacarnos, reprocharnos, insultarnos o poner encima de la esa recuerdos envenenados. Lo bueno es que se dicen al aire y el aire se los lleva. Luego nos acordamos de alguna frase y le damos vueltas pero nunca lo hacemos con el 100% de lo dicho. Con el WhatsApp todo queda grabado provocando que los niveles de rencor se mantengan mucho más tiempo al tener un lugar en donde recordar una y otra vez lo que nos han dicho. Así la reconciliación y el perdón se hacen muy difíciles.
SOLUCIÓN: Pues ya sabes, a discutir al aire, con los pulmones bien llenos si hace falta. Y que los únicos mensajes que queden grabados en el WhatsApp sean los positivos, los cariñitos o las fotos picantonas.

El WhatsApp propicia respuestas impulsivas provocadas por el enfado (y la ansiedad). Como dijimos en el artículo sobre el enfado, la investigación ha demostrado que la respuesta neurológica de la ira dura menos de dos segundos. Durante estos dos segundos perdemos gran parte de nuestra capacidad para razonar de manera lógica y efectiva tomando decisiones ineficaces y teniendo conductas destructivas en cualquier nivel. Por lo tanto si sumas los dos segundos de la ira con los dos segundos de la inmediatez del WhatsApp prepárate para una bomba nuclear.
SOLUCIÓN: A parte de leer nuestro especial sobre el enfado, si tienes ganas de ametrallar por WhatsApp te proponemos contar no hasta 10 si no hasta 100000. Pospón siempre que puedas cualquier respuesta de ira a través del WhatsApp y si no puedes aguantarte pues llámale o escríbele un email. Si, escríbele un email bien largo. Antes la gente se escribía cartas o emails cuando estaban enfadados y aunque empezaban escribiendo barbaridades, poco a poco mientras elaboraban el contenido del correo su ira iba disminuyendo provocando que lo fuesen matizando todo hasta finalmente, o no mandarlo, o escribir una carta mucho más manejable a nivel emocional.

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La inmediatez de este canal de comunicación es tan brutalmente rápida (mucho más que Facebook, Twitter o un email) que puede provocar una exigencia absoluta de respuesta inmediata a todo lo que contemos o preguntemos. Si la necesidad o el deseo de recibir una respuesta o un comentario es muy grande, de repente el WhatsApp se convierte en una fuente de preocupación y agobio descomunal.
SOLUCIÓN: Recuerda una cosa, si hay alguna urgencia gravísima tu pareja nunca te va a mandar un WhatsApp, seguramente te llame o se ponga en contacto directamente a los bomberos. Por lo tanto el WhatsApp no es válido para nada urgente. De todas maneras si ni tu o tu pareja sois capaces de aceptar que el otro no está obligado NUNCA a contestar (ni siquiera cuando esté en línea) pues lo tenéis fácil, quitar la opción de ver si el otro está en línea y punto.

Es muy fácil caer en distorsiones cognitivas. Se podría hacer un compendio con todas las distorsiones cognitivas que puede provocar una discusión vía WhatsApp: Lectura del pensamiento, Deberías, Todo o nada, Anticipación negativa, Magnificación, Minimización, Sobregeneralización…Un ejemplo clásico es montarse una película de ciencia ficción cuando el otro está en línea y no responde. Y claro, con tanta distorsión la cosa pinta mal para poder llegar a algún lado.
SOLUCIÓN: Lee nuestro artículo sobre el tema de las distorsiones cognitivas y ya que estás aprende a filtrar tus pensamientos. Montarte películas a partir del WhatsApp, no te ayuda a nada y te crea unas emociones demasiado negativas para ti y para tu relación.

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Interfiere en las relaciones. Ya no digamos cuando estamos hablando o cenando o tomando algo con nuestra pareja y estamos dale que dale en el WhatsApp, así no fluye la relación y sólo generaremos enfados, desconfianzas y frustraciones.
SOLUCIÓN: Muy fácil, cada vez que estéis juntos fuera WhatsApp. Esta norma es fundamental en las relaciones de hoy en día. Aprende a aguantarte las ganas de ver que dicen en el grupo del trabajo o si tu amigo Pepito al final puede quedar para ir al concierto. Todo eso puede esperar.imagenes-de-humor-whatsapp

La necesidad de control. Si tienes la necesidad de controlar a tu pareja por WhatsApp estás perdido (y tu relación también). Cuando ocurre esto la ansiedad, los miedos y las inseguridades son los que toman el control de tu cerebro (expulsando al amor, a la serenidad y al bienestar emocional). Si estás todo el día controlando por WhatsApp prepárate para vivir en un infierno y crear una bola cada vez más grande.
SOLUCIÓN: O hay confianza en una relación o la cosa se pone complicada, trabaja este pilar indiscutible de las relaciones y acepta la libertad del otro (otro pilar indiscutible, el respeto). Y si crees que tu pareja puede hacer algo que no te gusta, háblalo, llegar a un consenso y si no funciona pues habrá que dejar la relación ¿no? (Si no puedes dejarlo y vives en constante sin vivir, plantéate si tienes alguna dependencia emocional)

Y por último, puede provocar que se sobrepasen líneas rojas. A veces nuestra necesidad de control puede llegar tan lejos que podemos llegar a espiar el WhatsApp sin que la otra persona lo sepa, así no puede funcionar ninguna pareja sana a no ser que seamos policías o detectives.
SOLUCIÓN: Si ocurre esto, plantéate acudir a terapia y arreglar las cosas desde una perspectiva mucho más constructiva. Incluso habiendo ocurrido algo que haya destruido tu confianza, el único camino para arreglar es aumentar confianza, no espiando y viviendo en un día a día constante de angustia o inseguridad.

Categoría: Recursos psicológicos

Etiquetas: Actitudes negativas, Amor, Amor romántico, Comunicacion, Dependencia emocional, Nuevas tecnologías, Pareja, Relaciones positivas

Etiquetas de cine: Especiales

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4 comentarios

  1. Gracias.
    Gracias por explicar tan bien la problemática de esta aplicación y sobre todo por exponernos y recordarnos soluciones que olvidamos todos…
    Me siento identificada con este artículo en su 90% y me ha servido de gran ayuda.
    Seguid así.

  2. Hola y gracias por lo publicado.
    Una amiga de años desde que trabajabamos juntas en el mismo banco se casó y fue a vivir a Sevilla, España.
    Nos mantuvimos en contacto porque volvió dos veces o más y nosotros fuimos.
    Surgió la tecnología y continuamos cruzándonos mails.
    Cuando a los celulares se incorporó la aplicación WhatsApp y nos comenzamos a comunicar por esa via se terminó la amistad.
    De esa experiencia aprendí a no usar WhatsApp salvo que sea estrictamente necesario.

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