¿Qué tienen en común películas como «Flores rotas», «Lost in Translation», «Fantástico Sr. Fox», «American Beauty», «Hannah y sus hermanas»…? Todas ellas sitúan a protagonistas a una edad determinada, más allá de los 30 años, en busca de algo en sus vidas. Algunos buscan algo muy concreto, otros van variando a ver si encuentran algo que pueda ser justamente lo que buscan; pero todos ellos buscan de fondo un cambio en sus trayectos, en sus perspectivas para tomar así un camino de nuevas tonalidades en su concepto de felicidad.
De todas ellas, hemos elegido para comentar en Filmoterapia «Hannah y sus hermanas», llevada por «el maestro de las crisis», Woody Allen, es una buena muestra para el post de hoy; las historias de los personajes se van entremezclando a través de diálogos, reflexiones, citas y casualidades, dando lugar a un film de gran riqueza en la humanidad que presenta, tanto en su debilidad como en su fortaleza.
Tres hermanas ya adultas comparten sus devenires, sus pequeñas tragedias, sus logros. Cada una es diferente de la otra. La mayor, Hannah, es la responsable, la personalidad cuidadora, maternalista, aparentemente sin problemas ni preocupaciones, divorciada pero nuevamente casada en un matrimonio parece que feliz, con sus 4 hijos adoptados y un trabajo estable y pleno a nivel artístico.
Lee, la hermana pequeña; al igual que Holly, la mediana, busca realizarse a través de una creatividad dispersa y desconocida. Ambas tienen en común un pasado de adicciones, y ahora toman rumbo hacia la estabilidad y la transformación.(Ver video)
Maridos y ex-maridos son en esta película los personajes secundarios que fluctúan en la realidad de las tres hermanas, con lo que pasan a ser motivos principales en la trama del film.
Todos están se encuentran en un momento limítrofe, se alejan de su juventud biológica, pero también cultural, y se acercan un poco más a la vejez. De ahí vendrá una de las más fuertes razones para esa necesidad de cambio. Se ha estudiado que la llamada crisis de la mediana edad no es un proceso vital ya prefijado, sino que el hecho de que se dé o no, dependerá de muchos más factores, entre otros, la personalidad y el pasado, y a veces, simplemente coincide con las circunstancias. Las crisis se pueden dar a cualquier edad, cada vez que se acaba o comienza algo nuevo, hay algo que se remueve por dentro, el miedo y la atracción por lo desconocido. A día de hoy, tan guiados y encaminados ciegamente como estamos, sin la brújula interior, es comprensible que se dé una ocasión, la edad, un hecho, algo, que hace que nos planteemos qué hacemos, qué hemos hecho y a dónde vamos, ¿es ése el desarrollo y el nivel de felicidad, de nuestra idea de felicidad, que verdaderamente buscábamos? En este sobresalto, nos preguntamos además si nos queda tiempo para hacer cambios, y si hay personas que sería mejor mover a nivel interpersonal para alcanzar nuestros nuevos objetivos.
Dentro de esta heterogeneidad, Woody Allen parece presentarnos a dos estilos de persona:
– Los inestables: Lee, Holly y el mismo Woody Allen representando a Micky, el exmarido de Hannah, un completo hipocondríaco (Ver el siguiente video en una escena muy filmoterapeutica por cierto)
– Los aparentemente estables y realizados: Hannah y su marido Elliot.
Y esta variedad de personajes seguirán un proceso similar ante este sobresalto, desde la reflexión y la aceptación de la vida y los límites que les ha tocado, de quiénes han sido, hasta la reorganización de sus ideas y sus sueños sobre hacia dónde quieren ir, de qué forma llegarán a realizarse, y cómo llegar al cambio. Lee, en su ingenuidad, y Elliot, en su negación de hacerse mayor, coquetearán fuera de sus respectivas relaciones, y así encontrarán sus emociones más sinceras.
Holly probará nuevas experiencias laborales antes de llegar a su realización creativa. Micky tendrá que llegar a una verdadera crisis hipocondríaca que le hará plantearse todo el sentido de existir, y sólo podrá calmarse reconociendo los pequeños placeres, incluido el placer de estar vivo. Y Hannah necesitará de sus hermanas y de su marido para destapar la máscara de la mujer perfecta que tanto peso le hacía cargar. Es éste el momento justo, cuando nos encontramos con nosotros, con la satisfacción y con los sueños, cuando se genera nuestra mejor cara y nos dejamos conocer a aquéllos que percibimos en un punto parecido al nuestro.
Olga Burque (Filmoterapia)
La película hilvana episodios de las vidas entrecruzadas de los personajes, que bajo una apriencia de sosiego y normalidad, ocultan insatisfacciones, frustraciones, desarraigos y amarguras. Se plantean interrogantes sobre la vida, la muerte, el dolor, la enfermedad, la fidelidad, los hijos, la religión y las grandes tragedias de la Humanidad (Auschwitz, Gestapo, nazismo). Micky apoya su reflexión en las aportaciones de grandes pensadores, como Nietzsche, Sócrates (corruptor de menores); científicos (Freud y sus discípulos); creadores literarios, como Tolstoi («La única cereteza absoluta a la que puede llegar el hombre es que la vida no tiene sentido»). Extracto de crítica de Miquel en Filmaffinity.
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