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Filmoterapia

Cine, coaching y psicología

El camino a casa (Zhang Yimou, 1999)

«Conmovedora historia de amor (…) sin énfasis, ni cursilería, ni efectismo, ni trampas. Con la grandiosa naturalidad, sencillez, poder de comunicación e intensidad que caracteriza al lirismo auténtico, al retrato del amor y la pasión sin disfraces ni coartadas» (Carlos Boyero, crítico de cine)

Esta semana hablamos de una de las películas más inspiradoras de la historia para los lectores de filmoterapia (concretamente la número 28). El camino a casa es una maravillosa historia de amor pero también una oda a la sencillez, a la la vida y a la muerte o  al esfuerzo y la dedicación de los padres. Una película que emociona y que recomendamos a a todos aquellos que buscan un sentido a la vida. Más no se puede pedir, por eso esta semana nuestra colaboradora Vivoleyendo nos recomienda fervientemente esta extraordinaria película. Que la disfruteis.

Sinopsis Luo Yusheng es un hombre de negocios que regresa a su casa, en el norte de China, para asistir al funeral de su padre, el maestro del pueblo. La obsesión de su anciana madre sobre la escrupulosa observación de los ritos fúnebres le resulta inexplicable, pero acaba comprendiendo que el respeto a las milenarias tradiciones es vital tanto para su madre como para los habitantes del pueblo. Un drama sobre la tensión generacional, el respeto a los mayores y la superación de las viejas costumbres que conquistó a la crítica allá donde se estrenó. (FILMAFFINITY)
«Existe una tradición por la cual una procesión debe acompañar al difunto por el camino que ha recorrido toda su vida hasta su hogar·, una crítica de Vivoleyendo (filmaffinity)

 

«El camino a casa» es probablemente la película más bella y emotiva de Yimou.
Apartándose por completo de las tramas de intrigas y artes marciales, ha tejido un drama que toma el atajo directo hacia el corazón, usando unos hilos suaves que componen una hermosísima historia de amor.
Con gran reverencia, una sensibilidad que cala profundamente en el espíritu y un rendido respeto hacia la historia que narra, Yimou nos hace la ofrenda del pasado y del presente, nos hace el tributo de ayudarnos a observar pausadamente otras vidas que podrían ser la nuestra y a conocer el milagro y el misterio del Amor.
Con un abrumador despliegue de imágenes en las que la naturaleza de tonos cambiantes simboliza los matices del alma y sirve de perfecto fondo y escenario para un enamoramiento conmovedor, y una música ideada para fundirse con el paisaje y los sentimientos, Yimou ha creado una delicada e intimista obra de arte que se siente en toda su fuerza cuando uno se sienta a admirarla con toda la veneración que se merece.
La mundialmente conocida actriz china Zhang Ziyi, musa de Yimou y que tanto ha deslumbrado al mundo en sus distintas actuaciones, entre ellas «Memorias de una geisha» o «La casa de las dagas voladoras» (sus interpretaciones más deslumbrantes en mi opinión), aparece como una sencilla jovencita que experimenta el gran amor de su vida. A todos nos resultará familiar esa agonía del amor que nace y que se alimenta con la presencia del ser amado, con esos detalles en los que todos nos identificaremos porque seguramente muchos de nosotros hemos sentido esa ansia por empaparnos de todo lo que concierne al objeto de nuestra irreprimible pasión. Padeceremos con sus decepciones, nos elevaremos con sus mismas esperanzas… Todos esos pequeños detalles cotidianos que sin embargo son tan intensos cuando uno mismo los vive, como los pasos de un ritual conocido desde el principio de los tiempos pero que cada cual ejecuta a su manera, un ritual que golpea con la fuerza de lo que está destinado a incrustarse en los cimientos de nuestro ser, porque nada hay tan milagroso ni sorprendente como el amor, que siempre llega por sorpresa, siempre se presenta como el regalo más sublime que cualquiera pueda recibir. Tan antiguo como la humanidad y a la vez siempre fresco, rozagante, tan luminoso que cada persona de este mundo lo experimenta como algo único, como un perpetuo descubrimiento que nunca deja de maravillar.
También la manera de transmitirnos el respeto hacia nuestros mayores, hacia las tradiciones que guardan un significado especial para la gente y que consiguen que de alguna manera exista un puente que conecte a los vivos con los que se marchan hacia la gran aventura de la muerte. Cuando alguien ha sido amado y deja en este mundo a los seres para los que ha sido esencial, la pérdida es más llevadera si se establece un nexo, una puerta que sirva como medio de acceso y que nos ayude a sentir que la pérdida no ha sido tan grande, porque en realidad esa persona nunca se ha marchado del todo; algo suyo permanece para siempre.

Quien siembra las semillas del árbol del amor, recogerá sus frutos, y como el árbol del amor es tan prolífico y florece en profusión cuando recibe los cuidados adecuados, la cosecha recogida es cada vez más abundante y con el tiempo los frutos, ya transformados a su vez en árboles, regresan para rendir homenaje al árbol primigenio y para demostrar que todos los actos que se realizan con verdadero amor dejan una huella imborrable y son recordados.
Un maravilloso retrato de la inocencia del gran amor, de la intensidad con la que arrastra y subyuga y une los destinos de las personas que se ven sacudidas por su fuerza telúrica.

Categoría: Films analizados

Etiquetas: Amor, Educación, Emocionate, Muerte, Sencillez, Vivir la vida

Etiquetas de cine: Análisis película, Dramas, Largometrajes

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