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Filmoterapia

Cine, coaching y psicología

Blue Valentine (cine y desamor)

Esta semana en filmoterapia damos la bienvenida a un nuevo colaborador, Jorge Antonio Quindimil López y proponemos su excelente crítica de la película Blue Valentine ( y sobre el desamor a través de las oscuras lentes del cine). Que lo disfruteis.

 

«El cine y desamor», por Jorge Antonio Quindimil López.

 

 

 

El amor hace girar el mundo con la misma fuerza creadora con la que el desamor impulsa el cine. Entre las mejores películas de todos los tiempos, cualquiera que sea la lista que consultemos, difícilmente encontraremos alguna película cuyo único leitmotiv sea el amor sano, inmaculado, en estado puro, salvo alguna sobresaliente excepción como Luces de la ciudad (1931).

Pero el verdadero cine de amor es, en realidad, un cine de amor patológico. “Ya sabe usted lo exagerado que es el amor. Una patología tentadora y gratificante en muchos momentos, pero siempre deja su poso de hiel” (Amanece que no es poco, 1988). Y, probablemente, el mejor cine de amor patológico sea el cine de desamor. Todos hemos aprendido del amor y sus patologías a través del cine (“Mi padre solía llevarme mucho al cine, y aprendía” –Scarface, 1983-), con películas sobre amores imposibles (El fantasma y la señora Muir, 1947) o amores prohibidos (Los puentes de Madison, 1995), sobre la renuncia (Casablanca, 1942), la traición (Perdición, 1944), el engaño (Perversidad, 1945), los celos (Que el cielo la juzgue, 1945), el desprecio (El desprecio, 1963), la insatisfacción (Breve encuentro, 1946), la obsesión (No amarás, 1988) o el amor furtivo (El último tango en París, 1972). Lecciones inolvidables de amor y desamor que nos recuerdan, con Fellini, que “el cine, si se hace bien, regala pequeños fragmentos de vida que nunca olvidarás” (Amarcord, 1973).

Algunos de esos pequeños fragmentos de vida imposibles de olvidar se esconden en una pequeña obra maestra del cine indie, una joya llamada Blue Valentine (2010), que es la escogida en esta ocasión para abordar la patología del amor por excelencia: el desamor. Etimológicamente, el desamor es la “falta de amor o amistad” (RAE), pero lo entendemos en el sentido del proceso de evanescencia o desvanecimiento de un amor que termina por desaparecer. Ahora bien, no debemos ver esta definición, necesariamente, como un spoiler de la película sobre cuyo desenlace nada diremos, como es evidente.

Blue Valentine aborda con brillantez y con valor el proceso de deterioro y paulatina pérdida del amor en una joven pareja, Cindy (Michelle Williams) y Dean (Ryan Gosling). La película empieza con la voz rota de una niña (Frankie) llamando a gritos en un solitario claro de bosque a su perra desaparecida. Esta inquietante escena marca el premonitorio inicio de una historia que nos desgarra el alma con toda una lección magistral sobre lo fácil que es enamorarse y lo difícil que es amar.

Esta primera escena concentra de forma magistral la esencia de una historia cuya evolución iremos siguiendo como observadores, casi voyeurs, pero sin que en ningún caso nos sintamos extraños o ajenos, sino más bien al contrario nos lleva a la empatía con los protagonistas de modo tal que nos sentimos identificados con ellos y con su historia. En los títulos de crédito, Dean sostiene un cartel en el que nos pregunta, mirándonos fijamente: “IS THIS YOU?????”. De este modo, al igual que ha hecho durante toda la película, el director consigue perforarnos el alma con la idea de que Cindy y Dean luchan contra el desamor de igual modo que hemos tenido que hacer o que haremos nosotros mismos. Quizá la clave de la fuerza emocional de esta película esté en el realismo de su mensaje elevado a la categoría de verdad absoluta: el desamor, al igual que el amor, acecha detrás de cualquier puerta.

La intensidad de las interpretaciones alcanza momentos de una crudeza emocional sólo apta para corazones curtidos. A esta crudeza contribuye la fuerza de la historia, que gira en torno a la idea de que “el amor es la cosa más triste del mundo cuando se acaba, dice una canción de Jobim” (Hable con ella, 2002). En efecto, el pulso del director Derek Cianfrance y, sobre todo, la desgarradora interpretación de Michelle Williams y de Ryan Gosling se han combinado para crear una cinta inolvidable en lo cinematográfico e inquietante en lo sentimental. Recuérdese además que no sólo la pareja protagonista estuvo conviviendo durante un mes para preparar los papeles –tras haber rodado las escenas pertenecientes a los flashbacks, como veremos-, sino que en el caso de Michelle Williams su propio drama personal contribuyó a la intensidad emocional de la cinta y todo lo que la rodea, pues el rodaje, inicialmente previsto para la primavera de 2008, tuvo que ser retrasado por la muerte de Heath Ledger (1979-2008), marido de la actriz y padre de su única hija.

Por ello, y a pesar de ser una película de amores a primera vista, no estamos ante una película apta para románticos idealistas que crean en el amor eterno -si es que aún quedan crédulas o crédulos de esta especie-, sino que se trata de una historia sobre amor de carne y hueso, amor que hiere y amor que duele –“you always hurt the one you love…” nos advierte el tema principal de la película-. Blue Valentine es, sobre todo, una película para amantes moribundos, sí, pero inasequibles al desaliento a pesar de mil corazones rotos. Ahora bien, más allá, su fuerza dramática sitúa la esperanza en el amor rayana en su último aliento, pues no nos deja la sensación de una historia de segundas oportunidades, sino que nos crea la angustia de una historia de últimas oportunidades. No esperemos, por tanto, amor eterno, sino amor adulto.

La estructura de la historia está articulada en torno a dos líneas argumentales, pero delicadamente hilvanadas, comenzando por la etapa del desamor, que ocupa el núcleo y el momento presente de la relación, seguida por la etapa del amor, que se integra en la primera parte a modo de flashbacks que nos remontan a los instantes en que surge el amor. Los flashbacks permiten enfatizar el deterioro y la involución de la pareja –como sucede de forma brillante en las secuencias finales-, pero resultan insuficientes para entender la causa que determina el punto de inflexión entre ambas etapas. Quizá sea una laguna en el argumento, pero en todo caso contribuye a aumentar la sensación de angustia y de peligro del espectador, pues convierte al desamor en una amenaza invisible que puede aparecer en cualquier momento, en cualquier lugar y por cualquier razón.

Tanto la historia como los propios personajes están construidos en torno a la idea del antagonismo entre el amor y el desamor como recurso sutil, pero efectivo, para acentuar las emociones. La eficacia del antagonismo se elevó a la categoría de obra maestra en Amanecer (1927), con la que Blue Valentine también guarda algún significativo paralelismo. En efecto, en ambas películas el contraste entre lo urbano y lo rural se utiliza de forma alegórica para enfatizar el dilema sentimental y hasta moral de sus protagonistas. En Amanecer, el desamor que amenaza a la feliz pareja del campo (también joven y también con un hijo) proviene de una mujer que trata de embaucar al hombre para que abandone el campo por la ciudad. En Blue Valentine, la pareja se conoce y se enamora en Nueva York, donde se desarrollan todos los flashbacks que nos hablan de su etapa de amor; pero su matrimonio se celebra en el Estado de Pensilvania al que se se desplazan a vivir en una casa en el campo, y donde tiene lugar toda la etapa de desamor. El propio director acentuó el contraste mediante la técnica de rodaje, utilizando Súper 16mm para las escenas de amor en Nueva York y cámara digital RED para las escenas de desamor en Pensilvania.

El antagonismo es llevado al extremo por los propios protagonistas de la historia, entre sí y consigo mismos, tanto en su aspecto físico –sobre todo la transformación de Ryan Gosling es impresionante tomando como modelo, por cierto, el aspecto real del propio director Cianfrance- como, sobre todo, en su interior. Cindy aporta el nivel intelectual y la estabilidad laboral, pero también la encontramos cautiva de una gran inseguridad emocional revelando una constante desconfianza en sí misma y en el futuro de la relación. Desde la primera escena Cindy apenas transmite amor, pasión o alegría, ni con su hija ni con su marido. Apenas sonríe. En ella vemos con claridad que “una mujer sin amor es como una flor sin sol… se marchita” (Amélie, 2001). A ello se suma su escasa capacidad o voluntad de esforzarse por sacar adelante la relación y la familia, acechada además por la tentación de otros hombres. Ella representa el miedo, la inseguridad, la desesperanza, el lado oscuro del corazón.

Por su parte, Dean es el antagonista perfecto de Cindy. En lo profesional, no tiene formación, no tiene un trabajo estable y, sobre todo, no tiene ambiciones. Y quizá aquí podamos encontrar una de las causas del desamor como revela una escena en el hotel al que la pareja se va para tener tiempo para ellos solos (nótese que tienen que elegir entre dos habitaciones, “La cueva de Cupido” y “La habitación del futuro”, y no se quedan en aquélla si no en ésta). Esta intensa escena nos recuerda que “el amor y la amistad están hechos de admiración, y la verdad es que yo no te admiro” (Besos robados, 1968).

A su vez, en lo personal, es un dechado de virtudes familiares y sentimentales, mostrando, también desde la primera escena, su capacidad y su voluntad de sacrificio como esposo y como padre, tanto en la etapa de amor como en la de desamor. Esta capacidad de sacrificio queda incluso sutilmente reflejada en el tatuaje de su hombro izquierdo inspirado en el libro The Giving Tree (1962), de Shel Silverstein, que es un cuento infantil sobre, precisamente, el sacrificio que supone darlo todo por alguien. Así, Dean representa la lucha, el sacrificio, la seguridad, la esperanza en el amor.

Dijo Francis Ford Coppola que Apocalypse Now (1979) no es una película sobre la guerra de Vietnam, sino que es Vietnam. Lo mismo podemos decir de Blue Valentine, porque no es una película sobre el desamor, sino que es desamor en estado puro. Blue Valentine es, así, la historia de todas nuestras vidas, donde el amor y el desamor conviven peligrosamente. Pero en la vida, al igual que en el cine, terminamos aprendiendo que “quizá el amor no lo sea todo para el éxito de un matrimonio” (El cuarto poder, 1952).

En fin, del mismo modo que “se vive y se sufre” (Ladrón de bicicletas, 1948), también se ama y se sufre, lo que nos lleva a la inquietante lección final de Blue Valentine que encontramos en el tema principal de su banda sonora: “You always hurt the one you love, the one you shouldn´t hurt at all… So if I broke your heart last night, it´s because I love you most of all…”.

BLUE VALENTINE (2010, Derek Cianfrance)

SINOPSIS Dean y Cindy llevan juntos seis años, en los que ha florecido una apasionada historia de amor, han tenido una hija juntos y han decidido casarse. Ahora su amor empieza a desmoronarse: Cindy ha perdido interés por la relación, y en un intento por juntar las piezas y reconstruir lo que habían construido juntos, Dean propone ir a pasar la noche a un hotel temático, donde eligen la “habitación del futuro”. Desde este futuro, que Dean y Cindy difícilmente podían haber intuido años atrás, iremos conociendo la historia de esta pareja, desde cómo se conocen, a cómo un amor se va forjando, vive su apogeo y empieza a deteriorarse. Una historia de personajes cuidadosamente construidos, que va desvelando a través de estampas del pasado y del presente el misterio de por qué incluso las relaciones más esperanzadoras e intensas pueden irse al traste, en un viaje emocional que hace que dos personas ya nunca vuelvan a ser las mismas. (FILMAFFINITY)

Categoría: Films analizados

Etiquetas: Amor, Desamor, Relaciones

Etiquetas de cine: Análisis película, Cine francés, Dramas, Especiales, Largometrajes, Otros

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4 comentarios

  1. Pingback: Chico y Rita
  2. Me ha gustado mucho esta entrada, el como lo planteas y como haces referencias, la pelicula la acabo de ver ayer y se ha convertido ya una de mis favoritas de este genero junto con Closer y Revolutionary Road. Saludos.

  3. Muchas gracias por tu comentario, y disculpa el retraso, pero acabo de verlo ahora mismo de casualidad.
    Las dos películas que comentas son también fantásticas, pero tengo especial debilidad por Closer.
    Saludos.

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