La muerte en la vida y en el cine. ¿Cómo la afrontamos? Si nos viene de golpe, si alguien nos hace daño, si la esperamos a corto plazo, si la elegimos y decidimos, si no sabemos si está. Cada acontecimiento de la vida, ahí está en el cine, tan rápido que podría parecer provocado por el propio director.
Igual que existe la vida, tiene que existir la muerte. Es parte de un ciclo necesario, omnipotente y universal. Todo lo que nace, muere. Pero nunca estamos preparados para afrontar una muerte cercana.
Nunca la concienciación es suficiente, ni son alivio las despedidas. Nunca hay suficientes razones para comprender que tocaba turno. Pero quizás es ese golpe tan fuerte e inesperado, tan nuevo e irreal, el que en un momento dado nos deja seguir adelante. Ciegos, sin perspectiva, sin creerte ahora protagonista de tu vida y menos aún, sin creer la ausencia de uno de los personajes principales.
Pero la psicología entra para estudiar el sufrimiento, para enseñar a mejorarlo, minimizarlo, voltearlo. Y también para manejar y controlar los sentimientos positivos y así maximizarlos en todos los contextos.
Es dura, de cualquier forma, una pérdida personal. Se necesita ayuda para comprender, muchas veces para comprender que se pueden cambiar los esquemas que hasta ahora teníamos. Y muchas otras veces, esa ayuda se la va fabricando uno a sí mismo de forma instintiva.
El duelo, esa lucha interna y de dentro hacia afuera. Un debate que resulta fundamental para primero poner sobre la mesa lo que ha pasado, qué hemos perdido, de qué manera. Y una vez ahí visible, relativamente comprendido, debatir entre emociones muy fuertes, que darán lugar a estados de ánimo… y a la verdadera contienda que nos llevará a decidir y que llevará meses e incluso años.Nuestro instinto de supervivencia funciona cuando nos creemos al borde.
El cine da uso de la vida y la muerte de la misma forma que no son pocas las ocasiones en las que puede prescindir de los protagonistas y antagonistas. Puede tratarla sin importancia, dándole salida a la ficción en forma de muertes sin valor. De hecho, los medios de comunicación han llegado a este punto a la hora de restarnos casi toda la sensibilidad al ver y hablar de muertes a diario. Pero muchas veces el cine sí le da un sentido real, tremendamente cercano, doloroso.
Y eso puede servir de mucha ayuda para poner un paréntesis en nuestras vidas y sentirnos comprendidos de manera trascendental, al comprenderlo más como un punto al que todos llegamos y sufrimos, que nadie nos va a quitar, pero de alguna forma se suaviza la angustia que estás viviendo en solitario.
(Más sobre el proceso del duelo y como trabajarlo en nuestro especial sobre el tema, y más películas en nuestra guía de filmoterapia)
8 películas sobre el duelo
Os presentamos a continuación una serie de películas que trata distintas formas de duelo ante una pérdida personal para entender mejor todo este proceso:
«Tres colores: azul» (Krzysztof Kieslowski, 1993)
Julie pierde en un accidente de coche a su hija y a su marido. A lo largo de la película el director, Kieślowski, consigue representar muy transparentemente la lucha que mantiene Julie entre querer vivir y querer morir. Mediante el azulado que acompaña toda la película, Kieslowski quiere significar la libertad de vivir la vida en sí misma, en confrontación con otros tonos azules que son su pasado, sus ataduras.
En estas 2 películas se trata el suicidio en 2 formas casi opuestas. Un suicidio consumado, producto de emociones negativas persistentes y obsesivas y un trastorno, frente a continuos intentos de suicidio como grito a la atención, al cambio, a la búsqueda de nuevas condiciones. Wilbur «sólo» necesita transformar su negatividad en una actitud positiva, así se descubre una nueva vida que difícilmente con tus ojos anteriores podías vislumbrar.
«United 93» (Paul Greengrass, 2006)
Un atentado que todos conocemos. Seguramente, los supervivientes, las familias, los que estuvieron casi allí y los intervinientes, habrán necesitado muchas formas de ayuda, al ser muertes numerosas, repentinas, y sobre todo, incomprensibles. Nadie a quien le ocurra eso puede entender que a ellos, que no han hecho nada, les toque sufrir un castigo en forma de atentado. En estos casos puede haber un duelo muy complicado, con imágenes repetitivas, sentimientos de culpa, bloqueo en la continuidad de sus vidas…
Es posible que para las familias que ayudaron a hacer esta película, como en «Vals con Bashir», les sirviese de terapia la exposición gradual a los hechos.
«La tumba de las luciérnagas» (Isao Takahata, 1988)
Esta película de animación trata una guerra, muchas pérdidas, y la supervivencia de 2 hermanos pequeños explicada por la fuerza sobrenatural que les lleva a necesitar cuidarse el uno al otro bajo las peores condiciones. No queda otra que seguir adelante, en estas situaciones extremas, lloran la muerte de sus familias y de sus anteriores vidas, de camino a su propia salvación.
«Las invasiones bárbaras» (Denys Arcand, 2003)
Rèmy tiene un cáncer terminal y no consigue aceptar la idea de que en poco tiempo se va a morir. Con la ayuda de su ex-mujer, consigue juntar a sus personas importantes, hacer ciertos detalles pendientes, y así, en un ambiente de despedida camuflada por buenos ratos, todos irán asimilando la idea. Aunque asimilar y vivir nunca es del todo suficiente.
«Mystic river» (Cleant Eastwood, 2003)
Encontrar como padre a tu hija de 19 años asesinada en un bosque, y que no te permitan ver el cuerpo, es el peor de los inicios para poder superar una muerte tan dura. Primero de todo, es tu hija, y no es lo natural que muera antes que tú. Segundo, la han asesinado violentamente y no sabes quién ha sido. Tercero, ante tu estado de ansiedad, lo único que hacen es contenerte, no responderte a la pregunta de si es tu hija, y llevarte a otro sitio lejos de allí, con lo cual, en el momento en que necesitas asegurarte por ti mismo y tener una prueba con tus ojos, no dejan que puedas verla. Y cuarto, es tu amigo el que está llevando el caso, el que no te da la respuesta que quieres oir, y el que ordena que lo alejen, y con este amigo tiene algo pendiente.
Esto puede generar otro duelo complicado, y en este caso peligroso, por el grado de ira, rabia y el instinto vengativo que tiene Jimmy, el padre de la chica. Y no sólo esto, sino que si no se trata bien, puede dar lugar a un trastorno por estrés postraumático.
«Adiós, pequeña, adiós» (Ben Affleck, 2007)
Es éste el caso de la desaparición de una niña de 4 años que es secuestrada. En las desapariciones de este tipo, si son largas en el tiempo, supone una angustia muy profunda y perturbable, ya que cuentas con la esperanza de que esté viva, pero a la vez, con una probabilidad muy alta de que esté muerta y encima no se pueda encontrar el cadáver.
Los ritos funerarios, ya sean religiosos o culturales, muchas veces son necesarios y facilitadores en el proceso de asimilación. Si no hay cuerpo, el rito funerario no se puede hacer, o si se hace, no le otorga la realidad total a la situación y se queda a medias.
En estos ejemplos vemos que el duelo, para bien o para mal, es un mecanismo natural del ser humano, como la costra que se forma en una gran herida. Lo importante es seguir adelante de la forma que el instinto marca, y si es necesario, pedir ayuda. Hay que tener cuidado con los bloqueos en cualquiera de las llamadas fases del duelo, el shock inicial, la culpa, la ira, la tristeza, y la aceptación. Y sobre todo, hay que darse un margen y la «tranquilidad» de que es necesario el tiempo para estar mejor, que no se trata de olvidar, ni de sustituir, sino de hacer calmar una nostalgia muy profunda.
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A partir de la colaboración de expertos en cine, coaches, psicólogos y psicoterapeutas,
hemos desarrollado una herramienta basada en el cine (y series) aplicable al coaching y a la terapia.
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