Editada por HODGSON & BURQUE psicólogos

Filmoterapia

Cine, coaching y psicología

Call me by your name (somos nuestras emociones, y el cine lo sabe )

call me by your name

«No sentir nada por miedo a sentir algo es un desperdicio…» (Call me by your name)

Si el cine apasiona a tanta gente es porque es uno de lo mayores activadores de emociones que existen. La música, la historia, los sonidos, los personajes, el montaje…todo está dirigido a estimular nuestras emociones. Como si de un pintor se tratase, el director busca elaborar un cuadro de emociones en nuestro cerebro que muchas veces es intenso y muchas otras deja marca para siempre. Y es cierto que a veces se usan los trucos más facilones y falsos para pintar ese cuadro. Cuando eso ocurre nos damos cuenta que todo ha sido una utilización premeditada y superficial de nuestros mecanismos emocionales para hacernos llorar o enfadarnos. Esas películas no me suelen gustar porque me queda un poso de trampa en mi interior, de sensación de comida rápida emocional, con mucho glutamato y mandangas sódicas para engañar vilmente a mis papilas emocionales. Pero hay otro tipo de películas que si bien activan todas nuestras teclas emocionales nos lo provocan de una manera que yo definiría como sincera, natural, profunda, incluso noble. Cadena Perpetua, El desencanto, La vida es bella o Cinema Paradiso son algunos ejemplos míticos de esas películas que dejan una intensa huella emocional en nuestro interior.

Call me by your name podríamos meterla dentro de este grupo que vamos a llamar de “Cuadros emocionales de calidad”. Las pinceladas de colores emocionales que nos regala su director son ricos, sinceras y llenas de nobleza y profundidad. Es una película que articula una gama inmensa de de emociones para que las disfrutes con calma, para que te quede un regusto durante días, incluso durante mucho más tiempo.

Por ejemplo, Call me by your name exprime al máximo las emociones relacionadas con la melancolía. Al más estilo Rohmer (Cuento de verano) o de la española Verano del 93, Luca Guadagnino es capaz de absorber todas las sensaciones y emociones que nos genera el recuerdo del verano y del pasado. A través de los sonidos, del calor, de los alargados tiempos del verano, de la rebosante naturaleza del estío o incluso activandonos recuerdos de sabores (como por ejemplo el de los albaricoques recién cogidos del árbol), el director nos lleva de viaje a nuestro recuerdos más agridulces de un verano que todos hemos vivido (o si no lo hemos hecho, llegamos a creerlo) y que ha quedado integrado en nuestro interior.

Quizás la mayor parte de este lienzo emocional también esté compuesto por la dimensión afectiva de la historia, el deseo, enamoramiento y posterior relación secreta de dos hombres jóvenes en la Italia de comienzos de los 80. De nuevo los matices emocionales aquí son varios, tenemos pinceladas con un punto de tensión constante por el tabú social que genera esta relación, y también por la idea de proximidad de un final que se acerca. Pero sobre todo priman las sensaciones puras del enamoramiento, del primer amor y de una relación especial y única que todos hemos rozado alguna vez (o hemos deseado rozar) en nuestra vida. Películas como Brokeback mountain, La la land o Antes del amanecer son algunos ejemplos de títulos en donde las gamas cromáticas a nivel emocional que nos generan se parecen a la de esta película.

Y finalmente tenemos un universo que se abre al final de la película y que para mi es lo que da el toque maestro a este cuadro de emociones. La conversación que Elio tiene con su padre nos transmite una idea de amor, de cariño, de respeto y de tolerancia de tal magnitud que nos desborda desconsoladamente. Aquí es cuando nos elevamos emocionalmente. Si alguien no lo conoce, “elevarse emocionalmente” es un término que se usa en psicología para definir lo que sentimos cuando presenciamos algo que nos asombra, conmueve o inspira, particularmente cuando se trata de una acción admirable por parte de una persona. Y el cine es un maestro en provocarnos esta increíble sensación. Según el psicólogo social Jonathan Haidt, “elevarse emocionalmente” tiene tres componentes principales:

1. Ser testigo de un acto de belleza moral (ej.humanidad, valentía, persistencia, disfrute)
2. La sensación física de calidez, opresión en el pecho o sensación de bienestar;y/o un estremecimiento en la piel ,particularmente en la nuca, en la espalda o en la cabeza.
3. Una motivación a mejorar ética o moralmente (ej ayudando a otros o intentando ser mejor persona)

Ejemplos maravillosos de elevarse en el cine lo tenemos en La Lista de Schindler o Alguien voló sobre el nido del cuco. Este monólogo final del padre de Elio culmina a través de esta elevación el maravilloso cuadro emocional que nos regala de vez en cuando el cine y que merece la pena disfrutar y vivir plenamente.

Categoría: Films analizados

Etiquetas: Amor, Amor romántico, Elevarse, Emocionate, Emociones positivas, Enamoramiento, Melancolía

Etiquetas de cine: Análisis película, Cine italiano, Largometrajes

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