Las series de adolescentes casi siempre han tenido un tufillo a preparado alimenticio, artificial y llenos de tópicos enlatados, salvo honradas excepciones como Aquellos Maravillosos Años, Misfits, Skins, o quizás Dawson Creeks, el resto son productos dirigidos directamente al estómago del público adolescente y que poco pueden aportarnos.
Esta semana queremos rendir un homenaje a una de las mejores series de adolescentes jamás realizada (según nuestra humilde opinión), una serie de una facturación impecable, visual, muy atractiva y con unos actores sensacionales (muchos de ellos se han convertido en personajes muy reconocibles en el mundo del cine/series). Freaks and Geeks es una serie que traspasa cualquier tipo de público y que nos muestra con mucho cariño y sentido del humor elementos tan fascinantes como la familia, los miedos que tanto nos atenazan en la vida o la amistad a través de dos hermanos adolescentes y sus relaciones en el instituto.
La serie comienza en la etapa en que una adolescente Lindsay comeinza a transformarse y pase de ser una chica responsaable y una brillante estudiante con un impecable expediente auna adolescente conflictiva que empieza a verse con los «malotes» del curso, chavales problemáticos, gamberros, poco estudiantes…. Las nuevas relaciones con sus nuevos colegas y los problemas que eso le traerá con sus padres (unos padres normales, cariñosos y con algún punto débil) y anteriores amistades constituyen la base de la serie. Por otro lado tenemos la vida de su hermano Sam y sus amigos geeks, preadolescentes que luchan por encontrar su sitio en su nueva etapa de estudiantes de instituto.
Desafortunadamente sólo duró una temporada y media pero Freaks and Geeks se ha convertido en una serie de culto (es una de las mejores series de la historia según los usuarios de filmaffinity con un 8 de media), 18 capítulos que recomendamos encarecidamente desde filmoterapia y que nuestra colaboradora Vivoleyendo analizará a continuación con más detalle. Que la disfruteis.
(Ver los primeros 10 minutos del capítulo piloto, un aperitivo de lujo sobre una serie esplendida)
Let’s be just… Cool por Vivoleyendo
Puede que sea una de las mejores series que se hayan rodado nunca sobre la difícil etapa de la adolescencia. Complicada tarea. Más complicada aún cuando se recrea con brillantez un momento histórico y un lugar concreto (lo cual nos trae el nostálgico reconocimiento de los que pasamos la infancia en esa misma época) y que no obstante olvidemos por momentos que observamos lo que acontece a un grupo de chavales de Michigan entre 1980 y 1981.
Pese a los detalles como la ropa, los peinados, los televisores de rayos catódicos sin mando a distancia, los discos de vinilo, las cintas de cassette, las consolas Atari, los vídeos Beta, los proyectores de películas, el diseño de los vehículos de motor y sin motor, las tendencias musicales, el panorama sociopolítico y demás elementos que acompañaron a las generaciones de hace treinta años, se trata de una serie universal, atemporal, con la que identificarse en todos esos aspectos comunes que nos representan como jóvenes, y da igual que se sea de Estados Unidos o de la otra punta. No hay nacionalidades ni fronteras para la confusión, las dudas, el sentirse desorientado y perdido, el miedo, la vergüenza, el ridículo, la ira, la decepción, la traición, el arrepentimiento, la amistad, la atracción, la afinidad, el amor, la lealtad, la integridad, la sinceridad, la risa, la diversión. El desconcierto ante un futuro que a fin de cuentas, si llega, va a ser tuyo, como lo es tu vida. Oscilar entre los distintos lados de una balanza en la que no hay simplemente blanco o negro, sino interminables matices.
Tal vez el camino se haga al andar, y el hecho de que millones hayan recorrido sus caminos antes que nosotros y nos dejen el terreno trillado no implica que no podamos encontrar uno exclusivamente nuestro. Será jodido, será maravilloso, odiaremos unos cuantos de esos días y otros serán lo mejor que nos haya pasado, y mientras cogemos cariño a Lindsay, a Sam, al matrimonio Weir, a Neal, a Bill, a Daniel, a Kim, a Nick, a Ken, a Mr. Rosso y a los otros personajes que orbitan en torno al instituto McKinley en una imaginaria ciudad de los extrarradios de Detroit, nos vamos dando cuenta de que todos están fabricados de las mismas fibras que nosotros. Quién no se pirró por una consola Atari. Cuántos no adoraban el rock o la música disco de entonces. Quién no buscaba gente afín con la que compartir intereses, inquietudes, cachondeo y problemas. Quién no se enamoró y sufrió alguna que otra desilusión. Quién no se llevó más de una sorpresa al descubrir que debajo de la superficie las personas son mucho más.
En el fondo, no sirven las etiquetas. Ni freaks, ni geeks. Let’s be just… Cool.
Una única temporada, dejándonos en la duda de lo que vendría después del McKinley. Pero fue mejor dejarlo así. Porque adolescencia no hay más que una.
Porque el futuro es un libro en blanco cuya primera página siempre empieza hoy.
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Deberían de poner de nuevo la serie en la tele, aunque se puede ver por acá. <a href=»http://www.hbomax.tv/silicon-valley»>Martin Starr</a> quien le hacía de Bill, ahora está en Silicon Valley y la serie es muy buena también.
A partir de la colaboración de expertos en cine, coaches, psicólogos y psicoterapeutas,
hemos desarrollado una herramienta basada en el cine (y series) aplicable al coaching y a la terapia.
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